Hoy Me Siento Así
No sabría si correspondería iniciar con un buenos días, buenas tardes o buenas noches, ya que desconozco el momento en que decidas leer este blog; sin embargo, lo que sí tengo claro es que esta idea nace como un espacio personal, una especie de desahogo digital en medio del caos cotidiano, no con la finalidad de ofrecer respuestas ni mucho menos aparentar que tengo la vida resuelta, sino más bien con la intención sincera de dar voz a pensamientos que, en muchas ocasiones, resultan difíciles de compartir en voz alta, porque, admitámoslo, atravesar la adolescencia o la juventud en estos tiempos se asemeja a un viaje incierto, donde el rumbo no siempre está claro, las emociones se entrecruzan sin previo aviso y muchas veces uno no sabe si está avanzando, retrocediendo o simplemente dando vueltas sin saber si va o viene. Este blog nace justamente de eso que muchos sentimos pero que pocos dicen: a veces estamos felices y no entendemos por qué, otras veces estamos tristes y tampoco sabemos la razón, y hay días en los que simplemente no sentimos nada, y eso también pesa. Escribo desde ese lugar en el que una se cuestiona todo, donde el caos mental y emocional se vuelve rutina, y en el que a veces solo necesitamos ponerle palabras a lo que llevamos dentro. Aquí no hay filtros, ni pretensiones, ni ganas de sonar adulta, seria o perfecta, solo soy yo intentando hacer catarsis, entenderme, y quizás conectar con alguien más que se sienta igual. Así que, si tú también has estado en ese punto raro de no saber si estás bien o mal, si vas hacia algo o estás estancado, si te sientes confundido, cansado, con ganas de reír sin razón o simplemente existiendo, te doy la bienvenida, porque este espacio es tan tuyo como mío.
Hay días en los que me levanto sin reconocer ni mis propios pensamientos, como si estuviera cambiando más rápido de lo que logro entender, y me pregunto quién soy, quién quiero ser y si realmente hay espacio en el mundo para alguien como yo. No es una crisis existencial, sino simplemente crecer, dudar y reconstruirme, sentirme rara, distinta, incompleta; todo eso también forma parte del proceso, y no quiero tenerlo todo claro todavía, solo deseo tener el valor para seguir buscándome, incluso cuando me pierdo un poco en el camino. Como nos recuerda Carl Jung, “quien mira hacia afuera, sueña; quien mira hacia adentro, despierta” (Jung, 2006), y yo intento eso, despertar un poco cada vez que escribo lo que siento, porque, aunque no tenga todas las respuestas, al menos tengo este espacio para preguntarme lo que nadie más me pregunta: ¿cómo estás de verdad? Por eso, a veces perderse es parte de encontrarse, y en ese proceso está la posibilidad de crecer, aunque duela un poco.
Además, muchas veces siento que tengo que ser la fuerte del grupo, la que escucha, la que anima, la que “puede con todo”, y aunque me nace cuidar a los demás, hay momentos en los que también necesito que alguien me cuide a mí. Llevo mochilas emocionales que no siempre me pertenecen, me duele lo que les pasa a mis amigas, me quedo pensando en sus problemas y me callo los míos para no incomodar, y eso pesa, mucho. La escritora Clarissa Pinkola Estés lo explica muy bien cuando dice que “el alma no puede prosperar si estamos constantemente absorbiendo la energía emocional de los demás sin limpiar la nuestra” (Estés, 2003), así que este espacio me recuerda que no tengo que cargar con todo, que está bien soltar, descansar y decir “hoy me duele a mí”, porque no siempre tengo que ser soporte, a veces también soy la que necesita sostén. De este modo, aprender a cuidar mi propia alma es tan importante como cuidar a los demás, y aunque a veces se siente egoísta, es necesario para seguir adelante con fuerza.
¿Sabes que no todo se dice con palabras?, porque a veces lo que siento no cabe en ellas, lo digo en canciones, en fotos movidas, en silencios largos, decir que mi playlist sabe más de mí que muchos conocidos, no todo lo que escribo tiene forma de poema; a veces solo dejo una frase, una imagen, un audio, porque eso también es parte del lenguaje emocional. Y sí, se vale sentir cosas que no sabemos cómo explicar, como dice Brené Brown, “la vulnerabilidad suena a verdad y se siente a coraje; no siempre es cómoda, pero nunca es debilidad” (Brown, 2015). Mostrarme vulnerable no es fácil, pero aquí no tengo que fingir, aquí puedo llorar, reír, romperme un poco y volverme a pegar, la música, los colores y las frases sueltas en notas del celular también cuentan mi historia, y aunque a veces nadie más las entienda, yo sí, y eso basta.
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